![]() Era una mujer con un motor en su corazón, afirma la directora, que recuerda su triunfo de los años cuarenta en EE.UU. Queen of the
gypsies, de Jocelyn Ajami, muestra la dimensión humana
y artística de la bailaora del Somorrostro |
![]() El Lincoln Center de Nueva York estrena un documental sobre Carmen Amaya LA VANGUARDIA - 02.17 horas - 12/01/2003 ANDY ROBINSON Corresponsal Nueva York. La genial bailaora Carmen Amaya (Barcelona, 1913-Begur, 1963) vuelve a acaparar la atención de Nueva York. Este fin de semana, el Lincoln Center presenta el documental Queen of the gypsies, un retrato cinematográfico con el que su autora, la venezolana-estadounidense Jocelyn Ajami, pretende desafíar y a la vez acoger el estereotipo del flamenco. Tras abandonar España al estallar la Guerra Civil, Carmen Amaya gitana del Somorrostro barcelonés causó sensación en Nueva York en los años cuarenta, recuerda Ajami, pasando en cuestión de meses de clubs como el Beachcomber en Midtown al prestigioso auditorio de Carnegie Hall. Fue invitada por Roosevelt para actuar en la Casa Blanca, bailó para Clark Gable y llenó el Hollywood Bowl. Protagonizó diversas películas más o menos folklóricas, entre ellas Piernas de plata y Carmen Amaya y sus muchachos. En algún momento Amaya llegó a cobrar 2.000 dólares por semana en Nueva York, dice la directora de origen árabe. Hubo un público muy receptivo al flamenco en aquellos años y vuelve a haberlo quizás más que en España porque vienen muchos artistas, dice. Prueba de ello es el primer contacto de Ajami que anteriormente había realizado dos documentales, Jihad y Oasis of Peace, sobre los conflictos en Oriente Medio con el flamenco, tras una actuación de Omayra Amaya sobrina de Carmen en un local de Boston. Impresionada, Ajami se interesó por el baile flamenco e hizo Gipsy Heart, basado en las actuaciones de Omayra, que se estrenó en 1998. Luego decidió emprender el proyecto más ambicioso de un documental histórico sobre Carmen Amaya. Su pretensión, afirma, era de la de hacer una película con interés humano además de didáctica. Carmen Amaya se hizo a sí misma, ya que era una mujer con un motor en su corazón. La película, de ochenta minutos de duración, se estrenó en Boston en el mes de octubre y agotó las entradas en su primer pase en el Lincoln Center de Nueva York el pasado viernes. Volverá a proyectarse el próximo sábado como parte del programa español y latinoamericano de Dance on camara, un festival dedicado a la representación del baile y la coreografía en el cine. Además de las entrevistas que mantuvo en Catalunya con miembros de la familia de la bailaora, Ajami ha elaborado su película a partir de imágenes de archivo compradas tras largos regateos, dice a los grandes estudios de Hollywood Universal y MGM. Incluso bajo la mirada de Hollywood, Amaya logró superar el tópico, dice. Era muy atrevida. Improvisó. Bailó en pantalón. Comprendo que a la gente en Barcelona a veces le irriten los estereotipos, pero hay una realidad, el gitano baila y canta flamenco con un motivo como el afroamericano y el jazz o el blues, dice. En cualquier caso, la secuencia inédita en EE.UU. el multitudinario entierro de Amaya en Begur en 1963, motivo de una especie de peregrinación a la que acudieron alrededor de 20.000 personas tuvo orígenes muy catalanes: Estuve en un café francés en Manhattan; vi a un señor que comía trozos de tomate sobre una tostada y pensé ese debe de ser catalán. Era Francesc Furriol, un barcelonés que veraneaba en Begur. Francesc me puso en contacto con el periodista Lluís Molinas y a través de él viajé a Begur , donde conseguí las secuencias del funeral, explica. |
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